La reciente triunfadora de los premios Goya vuelve a proyectarse en las salas de nuestro país. La película de Trueba narra la historia de un héroe cotidiano de gran corazón, Antonio, un profesor de la España de los 60 que enseñaba inglés a sus alumnos con canciones de los Beatles.
Vivir es fácil con los ojos cerrados es toda una demostración de que en España también sabemos hacer cine de calidad. Una buena historia con personajes definidos y complejos, dirigida con gusto y rematada con una gran factura técnica. Un entrañable road trip a la española que irradia buen rollo y transmite ganas de sonreír.
La visión que Trueba ofrece de la España sesentera de interior está más que conseguida, un lugar tan familiar como melancólico, que logra que el espectador se monte a bordo del Seat 850 con destino Almería con los tres protagonistas en su interior. Tanto Antonio como sus autoestopistas Belén y Juanjo, andan huyendo de algo. Aunque con su actitud positiva, esa huída se convierte en una búsqueda. Cámara está estupendo como el profesor protagonista y todo un descubrimiento Natalia de Molina que interpreta a Belén, otro personaje redondo.
“Cuando creces, te das cuenta que la vida es alegre pero también triste”. Así le comenta Antonio a sus nuevos pupilos. Lo remarcable de la película es que solo se centra en esa parte positiva y motivadora. Todos los personajes tienen sus problemas y sus lastres personales, pero la intención del film es básicamente trasmitir esa alegría de vivir. Quizás todo sea demasiado bonito y ligero, pero se agradece su simpatía; no todo han de ser dramas y ganas de trascender.
Gran película para recuperar la confianza en el cine patrio. Un entrañable viaje al pasado para pasar un gran rato y sacarnos más de una sonrisa.
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