Acabado el periodo estival y sobreponiéndome a la depresión post vacacional, vuelvo con fuerza y entusiasmo. Es por esto que he meditado mucho qué ver. Qué mejor que una película producida por Mariela Besuievski, productora también de El Secreto de sus ojos, uno de los mejores films en mucho tiempo, bajo mi humilde opinión. En Todos Tenemos un Plan nos encontramos con otra cinta que busca dar muchos golpes de efecto. Pero, qué malas son las comparaciones, sobre todo si se hacen con lo mejor.
Agustín, un doctor porteño que sufre una crisis existencial, decide dar un giro a su vida, volviendo a sus raíces. Hasta aquí puedo leer para no destripar el film a quien todavía no lo haya visto.
En esta ocasión Besuievski y la directora Ana Piterbarg nos presentan una historia enrevesada que empieza de manera prometedora, pero no acaba de capturar la atención del espectador. Piterbarg, juega con el suspense bastante bien, pero después de haber moldeado una figura perfecta, se encuentra con que no sabe qué hacer con lo que tiene entre las manos. No acaba de cerrar unos personajes fantásticos y una atmósfera inquietante. La historia es incapaz de mantener la tensión, al menos tan bien como sucedía en El Secreto de sus ojos. De no ser por las maravillosas interpretaciones, mucho hubiera dejado que desear este film. Desde el primer actor hasta el último secundario realizan una interpretación perfecta.
Viggo Mortensen hace el papel protagonista de Agustín y su hermano gemelo Pedro. No sólo es capaz de reflejar bien dos personalidades diferentes, sino que otorga a la interpretación un ritmo y una pausa perfecta, aportando algo inquietante a los personajes desde el principio.
Soledad Villamil hace de Claudia, esposa de Agustín. Aunque en esta ocasión (en comparación con El Secreto de sus ojos) su presencia es meramente testimonial, quedo prendado del abanico de sentimientos que es capaz de transmitir esta actriz sólo con los ojos. Actores como Daniel Fanego, Javier Godino o Sofía Gala le dan la replica a Viggo Mortensen en un film cuyo potencial capital se haya en las interpretaciones naturales y descarnadas que dan vida a unos personajes redondos y creíbles.
El problema de este film es que no acaba de tener capacidad para capturar la atención y se va desinflando hacia un final que puede resultar denso y quizás lento.
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